Opinión

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Relativismo Político.
Por Octavio Vargas.

Octavio VargasDesde los diversos enfoques en los que se aborda, se trata y se exponen la verdad política y la realidad nacional puede concluirse que lo que está en juego este 5 de junio no es la forma en que seremos gobernados ni si la realidad nacional va cambiar mejorando desde lo particular cada campo, sino la alternancia o sucesión -del poder de un partido a otro- con independencia de la oferta política y sus discursos propios estimando y/o desestimando el mensaje político proveniente de los distintos actores.

Un enfoque, por cuanto al mensaje político, es lo que dicen los políticos y a quién va dirigido (simpatizantes, ciudadanos en general, grupos empresariales) con respecto de la afirmación o negacion de los hechos que dan forma a lo que se percibe como la verdad política y la realidad nacional; otro enfoque resulta de la interpretación del mensaje desde los aspectos social (del ciudadano de a pie, sindicatos, grupos de interés, etc.), empresarial, gubernamental; es decir, qué se está diciendo, quien lo está diciendo, y a quien o a quienes se les está diciendo qué, y cómo lo entendemos o qué entendemos de lo que aquel está diciendo.

La relatividad con que se aborda la noción de lo político y el ejercicio de la política incide directamente en la percepción de la realidad nacional. Personalmente, debido a esa relatividad maleable de la acción política partidista, para aproximarme más a la conformación y comprensión de la realidad nacional, es que mi atención se centra cada vez más en aquello que dice la clase política en lugar de desestimar su discurso por falso o alejado de la realidad. La clase política Mexicana se ha percatado de que acercarse al electorado para luego alejarse del ciudadano gobernado -guardando así la insana distancia que marca el ejercicio de la autoridad- es un método infalible para garantizar el éxito de los negocios de sus representados; y el electorado convertido después en ciudadano gobernado se percata ya de que no estuvo ni estará representado por esa clase política.

Contextualmente hablando, la política (su ejercicio) está sujeta a tiempos y la construcción de su mensaje es multifactorial y por ello procede con cautela para la relacionarse con alguna verdad. Así las cosas se puede comprender por qué un actor político va mutando tras cada rol que desempeña, como aspirante a algún puesto de elección popular, como candidato al mismo y finalmente como representante popular. En cambio, el ciudadano en promedio común no es capaz de percatarse de las transformaciones que va sufriendo esa verdad política, sino que de pronto, en el ejercicio de la acción de gobierno se percata de que algo no salió bien respecto de aquello que percibió como verdad, sino de que, por  el contrario, la realidad nacional dista mucho de lo que percibió como verdad política.

Estas diferencias entre verdad política y realidad nacional son palpables y debemos entender que la primera es un conjunto de elementos a los que no pertenecemos ni nos pertenecen. Por ejemplo, el señalamiento del líder nacional priista de que “el 5 de junio lo que está en juego es conservar un país moderno o regresar al pasado” es una verdad política dirigida a quienes se benefician del Priato derivado de la implementación de las reformas “que están trasformando a México” (sic), mismas de las que, en voz de tal líder “todavía el nivel de aprecio a las mismas y a su gobierno (del presidente) no ha impactado favorableme”.

Otro mensaje bien estructurado, pero cuyos destinatarios no somos nosotros, es la afirmación que hace de que “hoy el presidente y su partido, responsablemente, sacrificaron su popularidad a cambio de las reformas que ayuden al país (…) Los resultados están a la vista”; la verdad política y la cautela con la que se relaciona con la realidad nacional.
@vargasargota
Abogado y Analista Político

Redacción

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Lo que no dicen, pero se percibe de los candidatos