Opinión

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Astigmatismo Electoral.
Por Octavio Vargas.

Octavio VargasPara vencedores y vencidos el cambio de un partido por otro en el poder, equivocadamente significa que la democracia funciona y que funciona bien. Ni el PRI ni el PRD deben justificar derrotas, ni el PAN ni morena cantar victorias. El astigmatismo electoral crónico que sufren los partidos se hizo paulatino habida cuenta de la primera gran derrota del PRI en el 2000, cuyos resultados esperados y los profundos cambios que se vaticinaban hicieron creer en la mayoría que la democracia finalmente se había instalado en nuestra joven nación.

Nada más equivocado. Las pasadas verbenas comiciales dan muestra de ello. Alternancia, no es cambio de rumbo ni dirección sin otras reglas del juego, distintas en sus causas y en sus consecuencias.
De acuerdo con la evidencia disponible, los partidos políticos han corrompido la actividad política, y ésta es únicamente estimada como medio para llegar al poder, escalar cargos y/o hacer negocios, y no para resolver, con las herramientas del presente, los problemas actuales en la escala de la evolución de una sociedad que, a su vez, tiene como rasgo distintivo el desinterés por los asuntos colectivos porque se ve a sí misma como un apático individuo apolítico y al propio tiempo activo partidista.
Tal es el caso de quienes ven en Morena el vehículo para terminar con la denominada “mafia del poder” (que como anotación personal, ni se afirma ni se niega por ser un hecho no propio). O de quienes suponen que el PAN combatirá la corrupción en políticos, legisladores, gobernadores, funcionarios y servidores públicos; o de quienes ven el PRI la única forma de mantener sus canonjías; o de quienes ven en el PRD el más exitoso fracaso de lo que suele mal denominarse “izquierda”.

Después del 2000, pensé que el Acción Nacional nos daría las bases para renacer como otra nación; no lo fue; que el PRI redimensionaría la forma de ejercer gobierno; tampoco lo fue; que el PRD lograría comprender su compromiso histórico como oposición responsable, tampoco lo fue.

Es decir, me equivoqué. Tal como se equivocan quienes en la lectura de analistas y opinólogos vitorean rumbo al 2018 a las dirigencias albiazules y Morenistas, y a contrapelo vapulean a las del sol azteca y al tricolor.
El trabajo realizado por las mismas no es ni excelente ni deficiente como pretende hacérselas ver.

Aquí un dato: omitiendo a los partidos “chicos”, en donde hubo elecciones a gobernador el PRI resulta la primera fuerza del país con 32% con 3.6 millones de votos; PAN 29%, con 3.3 millones; Morena 20%, con 2.3 millones y PRD 14% con 1.6 millones. Es decir, en una reflexión más afinada, los efectos que se trasladan en la distancia y en el tiempo arrojan elementos para seguir causando la ilusión de que los partidos políticos son la vía democrática.

Me explico, en un alto costo en materia de riesgo, considerarlos como los únicos constructores de la democracia sería un error tanto como estimarlos los causantes del atraso y del impedimento de la instauración de aquella.

Los partidos políticos, si bien no han demostrado su utilidad social y sí el alto costo que nos implica su financiamiento público, abonan a la formación de la conciencia política que tarde o temprano dará paso a la implementación de reformas sistemáticas que nos acerquen al indispensable estado democrático que siente las bases de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

@vargasargota
Abogado y Analista Político

Redacción

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