Los Simuladores.
Por Octavio Vargas.
Las constantes marchas o manifestaciones que se reproducen a lo largo y ancho del país habida cuenta de la inoperancia gubernamental en todos los rubros sobre los cuales deben dirigirse los efectos de la política y de la administración pública, ponen de manifiesto que la movilización social que busca un cambio de fondo en la realidad nacional resulta incómoda para un puñado de simuladores.
El inmovilismo político desde luego que es la respuesta -como estrategia de contención al cambio de fondo- esperada para desarticular cualquier movilización social robustecida poco a poco por las causas multifactoriales que podrían sumarse a las poderosas consecuencias que de manera positiva podría arrojar la movilización.
De tales ingredientes están compuestas las campañas políticas para estas elecciones intermedias: inmovilismo político movilizando a cientos de acarreados que a la sazón resultan ajenos e indiferentes a las muchas dolencias, carencias y reclamos sociales que tampoco serán llevados a la tribuna pública por quienes se autodenominan candidatos “independientes” (aquellos con nexos partidistas y debidos a sus auspiciantes económicos).
Sería ocioso pensar en que algún candidato (militante de algún partido o no, y algún partido), en sí mismo, considera en su oferta política elementos de verdadero cambio tendiente al bienestar social, o a mejorar las condiciones de vida de quienes podrían resultar ser sus gobernados, o favorecer la acción social y política para erradicar los factores de desigualdad y/o marginación que nos caracterizan como nación. ¿Ejemplos?, en esta tempestad electoral no he leído declaración ni posicionamiento alguno que condene el fallo de los tribunales en torno a Tlatlaya, los 43 o el ABC; o con respecto a Higa, OHL, asesinatos de activistas y periodistas, feminicidios, despojo de tierras, trata de blancas, lo atentados a la educación pública, presos políticos, y un interminable etcétera.
@vargasargota
Abogado y Analista Político.
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