Ni Basave ni Beltrones.
Por Octavio Vargas.
Con una dirigencia de siete meses en la que Agustín Basave Benítez llegó avalado por Nueva Izquierda (NI) y por Alternativa Democrática Nacional (ADN) en sustitución de Carlos Navarrete Ruiz, y desde el punto de vista pragmático, con los buenos resultados palpables de las alianzas con las que compitió electoralmente terminó por renunciar y sin la compañía de ninguno de los líderes que lo respaldó. Resalto, puntualmente, que en los estados en los que el Sol Azteca participó con sus propios candidatos los resultados fueron absolutamente deplorables. No así en las coaliciones Basavistas.
Desde mi perspectiva, Basave realizó un buen trabajo y no sólo administró la profunda crisis por la que aún hoy, con su renuncia, sigue atravesando el PRD sino que se convirtió en la pieza clave para evitar el colapso de un instituto que no termina de entenderse, colocándose al margen de las corrientes o tribus, las que al final mostraron el músculo de la ingobernabilidad de dicho partido político. La salida de Basave tiene dos lecturas: la de la crisis que tiene paralizado el rol mal denominado de izquierda de ese partido, y la de la crisis postelectoral que viene de la que los responsables son los caciques Ortega y Zambrano, y quedará acreditada con la estrepitosa pérdida de la Ciudad de México en los próximos comicios.
Los Perredistas deben entender que para mantenerse en la competencia no sólo deben negociar con el poder a la sombra de Los Pinos, sino adelantarse a Morena, su contrincante directo, en el establecimiento de las reglas del juego.
Similar crisis a la que se deberá enfrentar Carolina Monroy Del Mazo, presidenta provisional del PRI, tras la renuncia de Beltrones Rivera, habida cuenta de la derrota en los estados emblemáticos como Chihuahua, Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz, que llevaron aparentemente a la debacle Beltronista, al ceder ante la alternancia tantos estados. Aparentemente porque si bien en estos 4 últimos habrá por primera vez alternancia, la participación ciudadana se incrementó haciendo insuficiente el voto duro y la maquinaria priísta.
Sin embargo, y si el Revolucionario Institucional pretende mantenerse como un fuerte competidor en la contienda presidencial, debe tener claros múltiples factores que le son favorables y reconocer la labor del exgobenador de Sonora, puesto que a pesar de las derrotas, el PRI gobernará 15 estados con el 45% de la población nacional y cuenta con 48% de los municipios que se eligieron.
Los mensajes lanzados al PRI son contundentes; pese al acostumbrado acarreo, compra de voto y manipulación de la poblacion, los resultados de su administración al frente del ejecutivo federal y de los locales son ahora visibles para el resto del electorado y son consecuencia directa no de Beltrones, sino del estancamiento en que tienen al sistema político mexicano que frena, a su vez, al crecimiento de la vida democrática nacional. Ya lo dijo él mismo: “lo que está en juego en el país no es la numeralia electoral, sino el proyecto de nación de México”.
@vargasargota
Abogado y Analista Político
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