Opinión

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Hablar sin escuchar.
Por Octavio Vargas
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Octavio VargasLos comicios en Coahuila, Nayarit y en el Estado de México son para el PRI el preámbulo de la elección Presidencial del 2018, así como los malos resultados que la administración federal mantiene en temas como educación, empleo, economía, y sobre todo, seguridad y corrupción, mismos de los que no se habló en el informe pasado; resultados que hacen probable que el partido del presidente pierda esas entidades en las respectivas jornadas electorales.

 

Y, si específicamente, pierde el Estado de México, perderá seguramente la Presidencia de la República, agregando que hoy por hoy no cuenta con un candidato sólido capaz de lograr su permanencia en la Presidencia en 2018 tanto por los resultados señalados como por el desgaste de la imagen de su Gobierno.

 
Por ello, ante la latente posibilidad de la derrota, el Estado de México significa el fiel de la balanza para la presidencial habida cuenta de varios factores vitales para el tricolor, entre ellos, el control de los medios de comunicación, programas sociales a modo, recursos líquidos de empresarios importantes, un padrón electoral jugoso, y la estrategia de contar las “cosas buenas” para ocultar la realidad a la que denominan “cosas malas”.

 
En esa línea de pensamiento, para Peña Nieto, a 4 años desde su asunción los tiempos cambiaron y llegó la hora de -sin escuchar- dejar hablar a los demás pero no respecto de los ejes centrales del enojo y la indignación que marcan un ineficaz sexenio, sino de aquello que no es importante y que a nadie importa. El formato bajo el que rindió su informe de gobierno es novedoso, sin lugar a dudas; sin embargo, deficiente, clientelar y electorero a pesar de desarrollarse en un ambiente controlado bajo la premisa de que ellos, el PRI, creen aún controlar todo y a todos.

 
Excepto para poco más de 300 jóvenes que con motivo del informe de gobierno de Enrique Peña Nieto visitaron el Palacio Nacional en el nuevo “día del presidente” y para quienes no existen el plagio de su tesis, matrimonios igualitarios, el conflicto magisterial, la afrenta de Donald Trump, los gobernadores acusados de corrupción y la violación a los derechos humanos, para el resto de los de a pie es un hecho notorio que la experiencia del PRI en el gobierno es inversamente proporcional a la falta de conocimiento que da por resultado que las cosas malas de un sistema político basado en la ausencia del dominio de la realidad, se difundan in situ.

 
Para el PRI, de acuerdo a su mensaje político, y para el gobierno, de conformidad con su estrategia de comunicación social, millones de personas que no vemos ni sentimos las cosas buenas que se cuentan, somos por antonomasia los culpables de los males.

@vargasargota
Abogado y Analista Político

Redacción

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Lo que no dicen, pero se percibe de los candidatos