Opinión

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Innecesario Priísmo
Por Octavio Vargas

Octavio VargasSin contar con mayores elementos de análisis, la despolitización, la irracionalidad y la ignorancia de aún un considerable número de personas encienden la arena pre-electoral en el Estado de México afirmando capacidades e incompetencias de los actores políticos aspirantes a candidatos por uno y otro partidos y los sin partido.

 
Para abordar las elecciones (modelo caracterizado por la agudización de la crisis de representatividad no exclusiva del Estado de México), cierto sector no deseamos tragedias ni la proliferación de la criminal desigualdad que dejan tras de sí la corrupción social, la política y la económica.

 
Si bien no son políticamente correctas las generalizaciones, no todos los mexicanos ni mexiquenses somos ni son socialmente corruptos ni responsables de la tragedia sexenal que padecemos en todos los rubros de gobierno y de política federal y local adornada ahora con el tema migratorio; no todos calificamos como la mejor opción al candidato independiente ni partidista que oferta trabajo o cuota, ni como la peor opción a quien pone en riesgo los posibles intereses individuales.

 

En algunos está latente la visión crítica hacia la clase política partidista o no, y la exigencia de lo que debe ser su principal característica: los resultados de gobierno; en algunos crece la percepción del retroceso de la sociedad mexicana en varios aspectos centrales (tales como el apego a nuestra nación y cuanto de ella nos pertenece, la colectividad, la solidaridad, la identidad, la democracia directa y representativa efectivas, los logros sociales, los valores, el trabajo digno y dignificante, la familia -sin etiqueta ni estereotipo-, los derechos humanos, etc.).

 

Para algunos el tema toral de una elección no es que el aspirante sea candidato de unidad, designado, o electo en contienda interna para después proclamarse como la solución para un buen gobierno, sino que es, para algunos dentro de los que me incluyo, gobernar con eficacia y dar resultados efectivos, porque para eso se es gobierno después de ser candidato.

 

Para algunos (me incluyo de nuevo), en el Estado de México no son Josefina, Delfina y Alfredo, los 3 con sus vicios y virtudes; sino que son, contextualmente hablando, los líderes de los partidos políticos que miran al 2018, respectivamente: la inercia ganadora de Ricardo Anaya, el efecto López Obrador y su MORENA, y los 90 años bien ejemplificados en esa entidad federativa por las debilidades y excesos del titular del Ejecutivo Federal; sin soslayar que la estela de corrupción política y económica, y la indolencia hacia los temas sociales por parte de los presidentes citados -y no así sus candidatos-, así como la de algunos mexiquenses, podría ser la variable que rompa los equilibrios de las fuerzas políticas en la antesala de la elección presidencial, que dicho sea de paso, al igual que la joya de la corona priísta, muy probablemente sea la última de un innecesario priísmo.

@vargasargota
Abogado y Analista Político

Redacción

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Lo que no dicen, pero se percibe de los candidatos